HISTORIA DE LA UNIDAD EDUCATIVA
"LA KANTUTA 2"
FE Y ALEGRIA
1. FUNDACIÓN.
Aún queda en el recuerdo de mucha gente aquel 30 de julio 1967, fecha en la que, con el nombre de “zona Noreste”, quedo oficialmente fundado el barrio que habitamos. Al año siguiente, se eligió, el nombre de KANTUTA de entre las propuestas: San Juan, Miraflores y Jaiguako.
A través de su apoderado, Dr. Julio Cesar Rodríguez, y de su vendedor, Sr. Telésforo Huacota, el barrio recibió los terrenos donde se fundó la Escuela “La Kantuta”, solicitando la colaboración del Director Nacional de Fe y Alegría Sr. Portocarrero, obteniendo su apoyo a través de la congregación de religiosas Esclavas, quienes desde su colegio San Martín, se vincularon al programa.
Con la colaboración de las familias más cercanas: Serafín Apaza, Evaristo Quispe, Ascencio Ibarra, Marcelo Ortiz, Idelfonso Lima, se emprendió la construcción de las primeras aulas, siendo bendecida la primera piedra por el Rvdo. Padre Erasmo Flores Ayala.
El 15 de enero de 1971, la escuela “La Kantuta” abrió sus puertas con los cursos de pre-básico, primero, segundo y tercero básico. El esfuerzo mancomunado de la comunidad local, docentes, Fe y Alegría hizo posible el crecimiento gradual de su infraestructura, que permitió ampliar los cursos de cuarto y quinto básico completándose así el ciclo intermedio.
El año 2002 se registraron a todas las unidades educativas y para que no exista confusión entre inicial, primaria y secundaria se enumeró de acuerdo al nivel llevando desde esa fecha el nombre de U.E. “LA KANTUTA 2”
Por falta de respaldo de las autoridades y los padres de familia, la escuela sufrió estancamiento. El paso de los años deterioró lentamente su precaria construcción. Cada época de lluvias inundaba e inhabilitaba el patio de recreo el canal HILBO, contiguo al establecimiento, que seguía corriendo desde 1950 como única salida de las aguas servidas, constituyéndose en un creciente foco de infección y contaminación.
En medio de esta realidad poco estimulante, la tarea educativa se realizó
con esfuerzo y generosidad. La permanencia de algunos profesores y profesoras
durante varios años en el establecimiento, es signo elocuente de su compromiso con la comunidad, en aras de prestar un mejor servicio a la educación de los niños y niñas, forjar hombres y mujeres capaces de emprender las transformaciones que aguardan desde siempre.
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